Disculpad la imagen, aunque la he considerado apropiada para trasmitir de forma rápida, aunque tal vez un poco burda, la impresión que el profesor o profesora y el alumno con tdah tienen al respecto de cada uno de ellos. El alumno tdah suele ver a su profesor como una persona seria, distante, incapaz de entender una pequeña broma y con quien no se puede comunicar; mientras que el profesor suele ver al alumno tdah como un elemento distractor en el aula que le impide realizar su trabajo y le altera el ritmo de la clase.
El TDAH es un trastorno difícil de comprender. Padres y docentes dudan en ocasiones sobre lo que motiva el comportamiento del niño, y es normal. Y aunque cada vez nos acercamos más a un diagnóstico objetivo, la falta de un protocolo pactado y reconocido, junto a la falta de pruebas objetivas para su detección, hacen que el tdah sea una doble batalla para quienes conviven con él. El primer paso es detectar y aceptar que ese niño o niña padece un tdah y no es igual que el resto de sus compañeros y compañeras.
PROF: ¿Realmente tiene tdah?. A veces pienso que es perrería!!
NIÑO: Me tiene manía. Siempre me riñe a mi.
PROF: Si ayer realizó todas las actividades como los demás, ¿por qué hoy no está trabajando igual?. Porque no quiere!
NIÑO: No paran de mandar deberes. No puedo hacer otra cosa en toda la tarde.
PROF: Me vuelve loca, ya no sé que hacer con él.
NIÑO: Esto lo hago en un momento, hoy no tendré que acostarme a las 23:00h.
PROF: Si está atento en clase, y le pregunto y me dice que lo entiende..., ¿por qué luego no lo hace?
Pues bien, esas son algunas características del tdah, sobre todo si el peso se tiene en el déficit de atención el cual perdurará para siempre, mientras que la hiperactividad e impulsividad irán disipándose con la edad.
Permitirme el atrevimiento. Ahí van algunas sugerencias para que el día a día en el aula sea más fácil para profes y alumnado. Algunas de ellas tan obvias como efectivas.
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