Tras detectar algunos aspectos llamativos en nuestro hijo, y consultar, según haya sido necesario en el colegio y a su pediatra, tras un periodo de tiempo y esfuerzo hemos conseguido obtener el diagnóstico. Ya tengo nombre para lo que le sucede a mi hijo. Ahora comienza otra fase para los padres. Necesito saber qué es lo que le han diagnosticado a mi hijo, me invaden preguntas como:
- ¿le ocurre esto a muchos niños?
- ¿cuáles son sus características?
- ¿qué puedo hacer para ayudar a mi hijo?
- ¿cuánto tiempo necesitaremos para que mejoren o desaparezcan los síntomas?
- ¿es para toda la vida?
- ¿es necesaria una medicación?
En función de las respuestas que vayamos hallando mediante nuestras nuevas dotes de investigadores, la información dada por su pediatra y sus profesores, e incluso por conocidos que puedan estar pasando por lo mismo, nuestra preocupación será mayor o menor. Si nuestro hijo tiene un problema de comprensión lectora, es muy posible que nuestra reacción y actitud sea distinta a si su diagnóstico ha sido de dislexia, y muy distinta si es un tdah, o si es algo de lo que raramente es posible que antes hayamos oído hablar como pueda ser el síndrome de la silla turca vacía.
Debemos tener en cuenta que en muchas ocasiones estar en posesión de un diagnóstico nos facilitará mucho las cosas. Primero a nosotros mismos, como personas y como familia. Durante mucho tiempo, es posible que el clima en casa se haya enrarecido. Que estemos más nerviosos y las discusiones y los gritos sean cada vez más frecuentes, no sólo respecto a Carlitos, sino también con nuestra pareja y con el resto de miembros más cercanos que integran la familia. Ahora, con un diagnóstico en la mano, es posible que veamos las cosas con otra perspectiva y nuestra actitud cambie, consiguiendo restablecer en casa ese clima grato que se había perdido.
Respecto al diagnóstico del TDAH, Barkley, hace una recopilación de las reacciones que las familias suelen tener cuando les dan el diagnóstico, desde la tranquilidad que les proporciona hasta la ira que pueden sentir. Considero que es posible que éstas reacciones sean extrapolables a la actitud que podamos tener, como padres, ante otros diagnósticos. Creo que más que al propio diagnóstico, la reacción se deberá a la importancia que la persona y/o la familia otorgue a esa dificultad, síndrome o trastorno, y al malestar o sufrimiento que éste haya generado tanto en el niño como en la familia.
Por otro lado, el diagnóstico sólo es el principio de una carrera de fondo. Ahora es cuando debemos comenzar con el tratamiento, el cual en ocasiones puede ser largo y económicamente costoso. He aquí también la necesidad de que nuestro diagnóstico sea correcto y se haya obtenido mediante el protocolo adecuado, la posibilidad de poder solicitar y acceder a una beca por necesidades educativas especiales. Tengamos en cuenta que en ocasiones, como puede ocurrir en el TDAH, la medicación puede suponer, en función del medicamento y la dosis recomendada por el especialista, unos 60 euros mensuales, a lo que en ocasiones se suma un gasto para apoyo escolar y/o terapias para el niño y/o para la familia. Este desembolso económico, no siempre es fácil de llevar para las familias.
Como podemos ver, el diagnóstico puede facilitar muchas más cosas que el hecho de tener el mero nombre de los síntomas de aquello que le ocurre a nuestro hijo.
Compartir tu experiencia es importante para todos.
Debemos tener en cuenta que en muchas ocasiones estar en posesión de un diagnóstico nos facilitará mucho las cosas. Primero a nosotros mismos, como personas y como familia. Durante mucho tiempo, es posible que el clima en casa se haya enrarecido. Que estemos más nerviosos y las discusiones y los gritos sean cada vez más frecuentes, no sólo respecto a Carlitos, sino también con nuestra pareja y con el resto de miembros más cercanos que integran la familia. Ahora, con un diagnóstico en la mano, es posible que veamos las cosas con otra perspectiva y nuestra actitud cambie, consiguiendo restablecer en casa ese clima grato que se había perdido.
Respecto al diagnóstico del TDAH, Barkley, hace una recopilación de las reacciones que las familias suelen tener cuando les dan el diagnóstico, desde la tranquilidad que les proporciona hasta la ira que pueden sentir. Considero que es posible que éstas reacciones sean extrapolables a la actitud que podamos tener, como padres, ante otros diagnósticos. Creo que más que al propio diagnóstico, la reacción se deberá a la importancia que la persona y/o la familia otorgue a esa dificultad, síndrome o trastorno, y al malestar o sufrimiento que éste haya generado tanto en el niño como en la familia.
Por otro lado, el diagnóstico sólo es el principio de una carrera de fondo. Ahora es cuando debemos comenzar con el tratamiento, el cual en ocasiones puede ser largo y económicamente costoso. He aquí también la necesidad de que nuestro diagnóstico sea correcto y se haya obtenido mediante el protocolo adecuado, la posibilidad de poder solicitar y acceder a una beca por necesidades educativas especiales. Tengamos en cuenta que en ocasiones, como puede ocurrir en el TDAH, la medicación puede suponer, en función del medicamento y la dosis recomendada por el especialista, unos 60 euros mensuales, a lo que en ocasiones se suma un gasto para apoyo escolar y/o terapias para el niño y/o para la familia. Este desembolso económico, no siempre es fácil de llevar para las familias.
Como podemos ver, el diagnóstico puede facilitar muchas más cosas que el hecho de tener el mero nombre de los síntomas de aquello que le ocurre a nuestro hijo.
- ¿ para qué os ha sido útil tener el diagnóstico?
- ¿os ha facilitado el trato con profesores o con otros profesionales con los que hayáis tenido que tratar?
Compartir tu experiencia es importante para todos.
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